martes, 22 de marzo de 2011

Edificios inteligentes

Aunque acaba de llegar la primavera y este fin de semana ha hecho un tiempo de lo más veraniego, en mi oficina parece que estamos en pleno enero (y en la calle). Y es que nuestro edificio inteligente ha decidido que necesitamos pasar frío para conservarnos mejor.

Pese a nuestras múltiples protestas, desde hace unos meses es imposible desprenderse del jersey de lana e incluso alguna compañera más intrépida se ha traído un calefactor de su casa para calentarse las canillas. ¿Será una especie de tortura al empleado? Quizá piensan que si tenemos calorcito nos quedamos dormidos y el frío nos espabila. De lo que no se han dado cuenta es que para no morir congelados tenemos que salir a la calle a calentarnos cada 20 minutos (y ya de paso descansamos un poquito…).

Tengo una planta en mi mesa que se mueve más que las palmeras de la manga del mar menor y la mano del ratón se me ha quedado más fría que la nariz de un esquimal en invierno (disculpadme, hoy me ha dado por el símil).

Cuando hemos intentado que los amables señores de mantenimiento regularan un poco la temperatura y la adecuaran a lo que el ser humano es capaz de soportar, la respuesta ha sido clara “no se puede regular, porque es un edificio inteligente y lo hace solo”. De acuerdo, será un edificio inteligente, pero está claro que de coeficiente bajo. Creo que debe haber alguien cambiando la temperatura a su antojo desde una pequeña sala escondida, vigilándonos a través de cámaras y riéndose de nuestras desdichas frioleras.

Miedo me da pensar en lo que pasará cuando llegue el verano y el chorro de aire huracanado que tengo sobre mi cabeza empiece a expulsar aire frío. Será curioso vernos en pleno agosto con bufanda y gorro de lana; creo que incluso voy a comprarme unos guantes de esos con los dedos cortados, para poder teclear, que me darán ese aspecto homeless que está tan de moda.

Curiosamente la parte del cuerpo que tengo más fría es la oreja derecha, y eso que intento tapármela con el pelo a riesgo de parecer una de esas adolescentes de flequillo largo. Es como si la corriente del aire entrara directa a mi oreja ¿estará calculado? ¿Será que mi mesa no está colocada según las leyes del feng shui y se me está castigando por ello? Bueno, hay que pensar en positivo, al menos con el frío siempre puedes ponerte otra chaqueta, sin embargo con el calor... Prefiero pasar frío que ver a algunos de mis compañeros quitándose la ropa.

3 comentarios:

  1. Efectivamente, tu mesa no está colocada según las leyes del Feng Shui. Y la colocación de la mía se debe probablemente a algo que hice mal en otra vida.

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  2. Debido a mi trabajo (pintor de brocha gorda) visito muchos lugares. Pues bien, hace ya más de diez años que vi la primera pantalla gigante (esas que están tan de moda ahora, y que prodrías dedicarle un ratito en tu blog). Esta pantalla gigante estaba en el cuarto de mantenimiento de un edificio inteligente, y detrás de ella había un operario que me explicó que era para ir modificando la climatización del edificio planta a planta y a lo largo del día, ya que era inestable. Suerte con tu edifico inestable.

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  3. Aquí hay operarios que se dedican a mover muebles, tabiques y cajas de un lado a otro, pero de controlar la inestabilidad de la climatización NADA DE NADA

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