Ay
dios mío, ay dios mío… ahora sí que sí… recta final. El resto de mis
amigos/conocidos ya han pasado por el trance de cumplir los 30. Sólo quedo yo.
Me encuentro sola tras la línea de la juventud, saludando desde el borde a los
pringaos del otro lado a los que les están saliendo sus primeras patas de gallo
y solo hablan de pañales y de ofertas del mercadona.
Menos
de un mes amigos, menos de un mes. Y como preludio a tan gran acontecimiento me
han salido tres nuevas canas (3, una por cada decena) en medio de la cabeza,
tiesas como ajos (no sé si los ajos son tiesos pero he acuñado esta expresión y
me gusta como suena) y totalmente de punta, parezco una antena andante.
Creo
que tengo estrés pre-treintañero, un cierto nerviosismo por atravesar la
barrera psicológica. A partir del próximo mes, no habrá reunión familiar en la
que no me suelten eso de “y tú ¿para cuando?” ni cola de supermercado en la que
alguna jovencilla de instituto le diga a su madre que va “detrás de esa señora”
(está bien, esto no pasará porque no voy al supermercado…). Ya no me
preguntarán en la peluquería si soy menor de 25 para hacerme el descuento
“joven” ni sabré quién es ese cantante de moda que por lo visto alcanzó la fama
grabando sus videos en un tal youtube. No sabré cuales son las expresiones “del
momento” y me quedaré anclada en el “mola un turrón” que me enseñó mi amigo
Mario. Utilizaré palabras que en boca de post-treintañeros suenan ridículas
como curro, peluco, garito… y todas esas con las que tanto me he burlado de los
mayores de mi alrededor. Sí, el mes que viene seré una de vosotros.
Los
que ya han cruzado “la línea” dicen que se sienten bien, que están en un buen
momento, que les gustan los 30… Dejadlo, sé que es mentira. Es una tapadera
para no reconocer que lloráis por las noches agarrados a la almohada recordando aquellos días en los
que salíais hasta el amanecer y al día siguiente estabais tan pichis sin medio
dolor de cabeza, esos días en los que vuestra
mayor preocupación era saber si os comíais una hamburguesa o dos, porque sí
amigos, antes no engordábamos como ahora. Maldito metabolismo treintañero.
En
fin, me despido ya, tengo que dedicar toda mi energía a sacar el máximo provecho
a lo que me queda de juventud, ¿algún último consejo?
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