lunes, 29 de agosto de 2011

Niños feos


Algunas personas dicen que no hay bebés feos. Yo no soy una de ellas. Entiendo que puedas decir que son monos, graciosos… pero cuando un bebé es feo como un demonio a mí me resulta imposible decir que es guapo. 

 Se dice que las madres ven a sus hijos como lo más guapo del mundo, pero si lo que acabas de parir es feo hasta la extenuación ¿qué haces? Admites su fealdad y disimulas con un “ya le cambiará la cara” o disimulas diciendo que tu niño es guapísimo. Supongo que el amor de madre es infinito, aunque negar la evidencia quizá es demasiado. 

Más difícil aún es hacer que suene sincero un “qué guapo” cuando una amiga tuya te enseña la foto de su niño, con la cabeza con forma de pepino y orejas de soplillo, vamos, un querubín. El truco para salir del paso es soltar un “ooohhhhh” y nada más, y cada uno que interprete lo que quiera. 

Por lo que he visto en las fotos yo era un bebé regordete, no muy guapo y con una gran mata de pelo, vamos, una joya. Afortunadamente ese matojo de pelo se me cayó y con los años dejé de ser regordeta así que hay esperanza para las madres de bebés feos. Y es que cuando tienes un hijo feo y no paras de mirarlos ¿qué ocurre? ¿Terminas viéndolo guapo por amor de madre o le ves cada vez más feo? Bueno, supongo que a todo te acostumbras…

La parte positiva es que un bebé feo aprende a desarrollar otras aptitudes para llamar la atención y son más graciosos y espabilados. Los bebés guapos lo tienen todo hecho y tienen las carantoñas aseguradas, con lo que se limitan a dormir mientras los feos les roban poco a poco el protagonismo. Es el precio de la belleza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario