viernes, 29 de abril de 2011

Salud laboral

foto: medycsa
Hoy he recibido un correo (ayer, cuando leáis esto) avisándome de que se celebraba el día de la salud en el trabajo. Entre otras cosas, decía que la segunda causa de baja por enfermedad se debe a enfermedades mentales. Aunque tengo claro que la locura de algunos de mis compañeros puede ser causa de baja (más mía que suya) se referían a enfermedades como el estrés y la ansiedad. ¿Tan estresados estamos? ¿Se ha apoderado de nosotros el desánimo y la desesperación?

Últimamente reina un ambiente de malas caras y desánimo. Al margen de las congelaciones salariales e inestabilidades varias, es cierto que a veces la negatividad hace que la pelota se haga más grande. Por muy estresados o mucho trabajo que tengamos siempre hay tiempo para un por favor o un gracias e incluso, para los más osados, para sonreír un poco de vez en cuando. Yo soy la primera en protestar o en poner mala cara cuando hay que hacerlo pero ser desagradable o rancio sin motivo entre los propios compañeros lo único que hace es que el día se haga peor y más largo.

Hoy, por ejemplo, en diez minutos de ausencia del jefe nos hemos marcado una conversación sobre ropa interior, amantes y maridos de lo más entretenida. Unos minutos de bromas y risas que le han dado otro punto a la tarde. Mi compañera Violeta siempre remata este tipo de conversaciones diciendo “Ay, si no fuera por estos momentos”. Y es cierto, no podemos estar 8 o 10 horas con el estrés a tope haciéndonos los importantes; hay que parar, mirar al de al lado, soltarle una chorrada y reírte un rato.

Creo que eso no va ligado a la productividad ni a la profesionalidad; somos personas, no máquinas y si mi jefe aparece con la bragueta bajada o con perejil en el bigote y no puedo comentárselo a mi compañera de al lado y echarnos unas risas, pues me dirás tú.

Obviamente, hay situaciones complicadas que no son para tomárnoslas a risa, pero a veces reírse de nosotros mismos y relativizar las cosas puede conseguir bajar un poquito nuestro nivel de estrés y que el próximo año celebremos el día de la salud en el trabajo con mucho de las dos cosas.

miércoles, 27 de abril de 2011

El morbo de lo desagradable

En estas mini vacaciones de Semana Santa he estado unos dias en la playa (bueno en la playa realmente uno y medio, porque vaya tiempo...) y me ha vuelto a ocurrir algo que me pasa desde hace tiempo y que, por lo visto, es bastante común. Y es que cuando algo no me gusta no puedo dejar de mirarlo.

Es curioso como nos atraen las cosas que nos desagradan. Aunque no queramos, es inevitable mirar una y otra vez a esa señora octogenaria que luce en la playa su generoso busto al aire y sin tapujos y cuyo semidesnudo hace que la ceguera parezca un mal menor. Pese a ello miramos. También pasa con el señor maduro y entrado en carnes que para que no se le marque el bañador ha decidido bajárselo un poco, lo suficiente para enseñar al mundo el inicio de su baja espalda. ¿Realmente es fundamental que la marca del moreno esté 1centímetro más abajo?

¿Y esas señoras que por primera vez en su vida (o al menos eso espero) se ponen un tanga para no tener marcas? Yo jamás me he atrevido y creo que no me atreveré, que con lucirlo en la ducha de momento tengo bastante, pero ellas se pasean sin complejos con sus hipnóticas y blandas posaderas. ¿Quién puede contener la mirada durante sus paseos matutinos?

Pero como decía, esto no pasa sólo en la playa. Con las noticias, por la calle... cuanto más desagadable nos resulta algo, más miramos. Como cuando ves en la calle una pareja de cincuentones besándose a la francesa como si lo fueran a prohibir,y tú, por supuesto, miras. Y después encima nos preguntamos por qué habremos mirado; pues muy fácil,  porque somos unos cotillas morbosos.

martes, 26 de abril de 2011

Cuarentones y guarrones (por no decir otra cosa)


El otro día una amiga me contó la espeluznante conversación que había mantenido con una panda de hombres cuarentones. Mientras fumaban en la calle (al final va a tener la culpa la ley del tabaco), ellos fanfarroneaban diciendo que a partir de los 40 los hombres, casados o no, sienten la necesidad de mantener relaciones con distintas mujeres, que es algo instintivo que no se puede evitar. Bien, gran argumento. Decían las joyitas que mi amiga no podía entenderlo porque aún no había cumplido los 40. Ella les preguntó si esa teoría era válida también para sus mujeres, a lo que por supuesto el líder de la manada contestó con un "no es lo mismo".

En el caso hipotético de que alguna mujer en su sano juicio (y sin cobrar) accediera a tener relaciones con esta panda de casposos garrulos, desconozco el motivo por el que se dedican a alardear de ello; supongo que creen que pensamos lo machos que son, cuando lo que nos despiertan es más asco que otra cosa. Esta misma amiga (la pobre, lo que sufre...) me contó que en un viaje de trabajo uno de los asistentes le confesó de buenas a primeras que era un hombre muy sexual y que por eso no se ataba a ninguna pareja. Salvando el hecho de que probablemente esa no es la razón de que no tenga pareja... ¿qué narices significa que es "muy sexual"? y lo que es peor ¿a mí que me importa?

Siento decirlo y no quiero generalizar pero a partir de cierta edad hay mucho ridículo suelto, esos que se acercan a ti en un bar a decirte que con su experiencia te pueden enseñar lo que es disfrutar. Desde luego, disfrutaré cuando te vayas, abuelo. Los mejores son esos "maduritos" con dinero, que tienen la extraña teoría de que caerás a sus arrugados pies en cuanto te inviten a una copa. Hombre, una cosa es la erótica del poder y otra es esto. Señores, por favor, no alardeen de sus conquistas, no nos expliquen cuánto éxito tienen, ni lo grande que es su casa o su cartera... da bastante pena.

El argumento de los compañeros de cigarro de mi amiga se basaba únicamente en su testosterona. Muy machotes para decir que a su edad necesitan probar otras cosas y acostarse con mujeres a menudo. Me pregunto si serán igual de machotes para hablarles de estas necesidades a sus mujeres.

lunes, 25 de abril de 2011

Productos de temporada

Esta semana santa he conseguido esquivar las torrijas. La verdad es que no me gustan especialmente pero con tanto bombardeo torrijero es difícil que no caiga alguna. Más aún cuando mi madre se ha dedicado a mandarme fotos por el móvil (por fin ha aprendido) con platos y platos llenos de torrijas para intentar que vaya a verles. Soborno a base de dulce, vaya.

No sé muy bien cómo ni cuándo este dulce se convirtió en un postre típico de semana santa pero si tanto gusta, ¿por qué no se toma el resto del año? Alguna vez se lo he preguntado a mi madre y la respuesta fue algo como "porque no pega". Como comprenderéis su argumento me desmontó por completo. Entiendo que, por ejemplo,  tomar polvorones en agosto es un acto solo para valientes, pero ¿por qué no puedo comerme un trozo de roscón en septiembre o en abril? Creo que está totalmente desaprovechado, con lo bueno que está y sólo un par de días al año para comerlo. ¿Será cosa de los panaderos? puede que sea porque si hay todo el año dejaremos de apreciarlo o algo así y por eso nos torturan teniendo que hacer cola para comprar un roscón con nata el 5 de enero.

En casa de mis padres, sin embargo, se produce un inquietante suceso. Todos los días del año, da igual que sea enero que mayo, puedes encontrar una tableta de turrón en la nevera; eso sí, cada vez de un asabor diferente, que en la variedad está el gusto. Las frutas, verduras y otros prodctos similares pueden tener su temporada y ser más propios de verano o de invierno, pero ¿alguien puede decirme por qué en verano no hay Ferrero Rocher? Creo que es puro marketing y piensan que así echaremos de menos estos bombones en las fiestas en casa del embajador y desearemos que termine el verano lo antes posible para volver a disfrutarlos.

Con tanto hablar de dulces me está entrando hambre. No sé si ir a ver a mi madre por si le queda alguna torrija o exigirle al panadero que me hornee un roscón de reyes, a riesgo de que me tachen de loca por ir en contra de la tradición. ¡Por unos postres libres y atemporales!

miércoles, 20 de abril de 2011

Viajar en tren es un placer


Llevo un par de días de sequía blogueril, no porque esté de vacaciones sino por exceso de trabajo. Hoy, por ejemplo, mi despertador ha sonado a las 5 de la mañana porque tenía que coger un tren a Barcelona muuuy temprano. Ingenua de mí, preferí el tren porque durante las 3 horas de placentero viaje podría dormirme a plena satisfacción y llegar a mi destino contenta y descansada. Lo que no sabía es que los elementos se pondrían en mi contra. Nada más sentarme, ya acomodada para echar una cabezadita, las jotas aragonesas del hilo musical me han desvelado. Amigos de Renfe, es hora de modernizarse.

En fin, cuando las jotas han cesado, una pareja de ciudadanos chinos, en los asientos contiguos, han decidido escuchar uno a uno todos los tonos de sus móviles, canciones que me resultaban familiares pero que eran interpretadas por un cantante chino de dudoso talento. Juraría que he escuchado Bulería buleria, de Bisbal, en el idioma mandarín. Al minuto de apagar el móvil, el chino ha caído en un sueño profundo y un ronquido mortal, de esos ronquidos un poco espeluznantes que parece que vienen de ultratumba.

Entre eso y la conversación de los dos "empresarios" que tenía detrás, que iban decidiendo en que mes del año sería mejor despedir a unos cuantos empleados (una conversación preciosa), finalmente he asumido que no iba a pegar ojo en todo el viaje.

A la vuelta, ya no me han pillado, no me he hecho ilusiones con una posible siesta y directamente he sacado el libro, me he comprado una revista y me he puesto los cascos para ver la película, nadie podría estropearme el viaje... Ilusa. En esta ocasión algo terrible me esperaba a la vuelta de la esquina... un niño!! Me han colocado en una de esas mesas para 4 personas y casualmente mi compañero de enfrente era un repelente niño de 11 de años y el de al lado un señor mayor que olía a rancio y que llevaba una camiseta tan corta que cuando se ha estirado para colocar su maleta me ha puesto sus pechos en la cara; creo que era su abuelo aunque la criatura le llamaba Antonio, serán muy modernos.

El simpático niño me ha dado unas 250 patadas durante el trayecto, no ha parado de hacer preguntas y se ha comido un bocadillo de lomo de medio metro en mis narices mientras yo engañaba al hambre con una galleta, maldito niño. Cuando ha terminado la película, aun a una hora de Madrid, la criatura se aburría y a su abuela se le ha ocurrido la brillante idea de jugar a las palabras. Una hora entera escuchando al angelito hacer trampas y canturreando a voz en grito cientos de palabras inventadas. No sé por qué pero me han entrado de repente unas ganas irrefrenables de asesinar. Afortunadamente he conseguido contenerme y llegar pacíficamente a casa donde, por fin, he podido dormir a gusto; está claro que como en casa no se está en ningún sitio. Felices vacaciones a todos!

viernes, 15 de abril de 2011

El boicot de los espejos de baño

Un día, los fabricantes de espejos para baños se aliaron con los vendedores de cremas y cosméticos para impulsar la venta de productos embellecedores, y decidieron que todos los espejos de los baños del mundo nos harían parecer horrorosas.

Da igual que ese día te hayas levantado descansada, que te sientas bien, que en los escaparates y espejos que te has encontrado por la calle te hayas visto favorecida… cuando llegues a casa y te mires en el espejo del baño estarás fea y ojerosa.

Estoy convencida de que es un complot para que no nos confiemos y para que al final del día, mientras te lavas los dientes antes de irte a la cama, ya sin maquillaje, seas consciente de que el tiempo pasa y de que al contrario de lo que pensabas, no eres como el buen vino.

Quizá me estoy poniendo un poco deprimente pero ¿alguien se ve bien cuando se mira en el espejo de su baño? Yo he optado por arreglarme en el pasillo, porque terminaba todos los días pintada como una puerta para disimular todas las imperfecciones que aparecían de repente.

Mi amiga Mª José redecoró hace poco su casa y me comentó que había puesto unas luces especiales en el baño para no verse tan fea por las mañanas, que el problema era la iluminación. Se ha gastado una pasta y, la verdad, es que en su baño me vi tan fea como en el mío. ¿Seré yo? ¿Me estaré afeando por momentos?

Pero si el del baño tiene la propiedad de afearte, los espejos de los probadores te hacen más delgada. ¿O no os pasa que en los probadores cualquier pantalón ajustado os queda estupendo y cuando os lo probáis en casa parecéis una morcilla? Los del gimnasio, por el contrario, te hacen parecer más ancho (o eso me han contado) para que te veas los músculos más grandes (supongo que esto es sólo para los tíos).

Con tanta manipulación de la imagen yo ya no sé que creer; quizá soy fea, quizá delgada, quizá gorda… Así que esta noche tendré que vérmelas de nuevo con mi espejo del baño y resolver esto de una vez: o dejo de verme los poros de la cara como si fueran plazas de toros o lo pinto de colores y lo convierto en un cuadro pop art.

jueves, 14 de abril de 2011

Superdescuentos

No sé muy bien cómo ni cuándo pero, de repente, han aparecido decenas de páginas que bombardean mi email con ofertas de todo tipo. Menú para dos en un lujoso restaurante a mitad de precio, depilación láser, viaje de aventura a Cantabria e incluso sesiones de botox… todo ahorrándote decenas o cientos de euros.

Será que me he vuelto escéptica pero ando con la mosca detrás de la oreja con todas estas ofertas. ¿Cómo es posible que algo que normalmente cuesta 300 euros me lo ofrezcan por 60? Dicen que es para captar clientes, pero ya te digo yo que si has pagado 60 euros por unas sesiones de mesoterapia, después no pagas 300 ni de broma. Entonces, si realmente te pueden ofrecer esos productos o servicios tan baratos, ¿te están tomando el pelo cuando te cobran el triple?

Como la carne es débil y tacaña, yo he probado ya un par de ofertas, una para cenar en un restaurante y la otra para un masaje. El restaurante era un Indio en el que te ofrecían un menú degustación por 9,90, cuando llegamos allí vi que el mismo menú costaba 9,80; lo que sin duda me supuso un gran ahorro…

Hay que reconocer que nos encantan las ofertas; yo tengo en mi poder una tarjeta con el 20% de descuento en algunas tiendas y, aunque no tenía pensado comprarme nada, estoy deseando irme de compras y ahorrarme unos eurillos mientras el resto paga el precio completo. Efectivamente somos unos pringaos y nos dejamos engañar por estos sencillos trucos marketinianos. Si en un escaparate hay un cartel con las palabras descuentos, ofertas o rebajas, ¿quién se resiste a asomarse?

En fin, que aunque tenga mis reservas, probablemente seguiré “picando” con las suculentas gangas de estas webs y acabaré haciéndome la depilación láser en todo el cuerpo por 30 euros o un alisado japonés por 25, a riesgo de terminar como un pollo frito medio calvo.

miércoles, 13 de abril de 2011

Subidas de tono

De vez en cuando, en todo grupo de mujeres adultas, tiene lugar una conversación algo subida de tono. La de hoy ha sido bastante light la verdad, pero teniendo en cuenta la media de edad de las presentes, el escándalo estaba garantizado. Con estos temas siempre hay alguien que se siente violento y se incomoda cuando los demás hablamos sin pudor de intimidades varias (siempre diciendo que te lo ha contado una amiga, por supuesto).

En mi oficina, el único varón en 10 kilómetros a la redonda es curiosamente el que más se violenta. De hecho, ha puesto fin a nuestra alocada conversación con un “chicas, por favor, que hay una reunión aquí al lado”. Estoy segura de que los asistentes a esa reunión estarían encantados de oír nuestras risillas picaronas y comentarios verduscones, pero el caso era chafarnos la fiesta porque sus inocentes oíos no pueden escuchar semejantes barbaridades. Esos luego son los peores.

Hace algunos años (ay dios mío como pasa el tiempo), “estudiando” en la biblioteca de la facultad con unas amigas, nos dio por poner en común experiencias y dudas sexuales varias (mamá, yo sólo escuchaba). Poco a poco nos fuimos animando, hasta el punto que Natalia, la más prudente, terminó escandalizada cogiendo de nuevo el libro e intentando concentrarse en la historia universal del siglo XX. Sorprendentemente todas aprobamos el examen.

Sólo por fastidiar, mañana pienso volver a sacar el tema, esta vez centrado en juguetes y disfraces. Con el puritanismo de algunos puede que haya algún desmayo, pero merece la pena ver cómo se animan mis compañeras y terminan confesando sus más íntimos secretos. Aunque, pensándolo bien… no sé si estoy preparada para escucharlos, que una también tiene un límite.

martes, 12 de abril de 2011

Con el guapo subido

Hoy me he levantado dando un salto mortal y dando volteretas he llegado al baño. Bueno, quizás exagero un poco, pero el buen tiempo me tiene animada y hoy, mira tú por donde, me he visto con el guapo subido. Aunque me tachen de petulante me da lo mismo, me he calzado los tacones, unos polvos de sol para que parezca que me he pasado el fin de semana en la playa y venga, a dar envidia por ahí.

Pero como la gente es así… en cuanto han visto mi exultante felicidad mañanera han tenido que buscar algo con lo que amargarme el día y una de mis compañeras, haciendo uso de una maldad absoluta, me ha dicho sin inmutarse: “uy, mira que cana tienes aquí, rizada y de punta, qué graciosa”. Pues a ti te hará mucha gracia pero a mí ninguna.

Intentando mantener la compostura y evitando recordarle sus defectos e imperfecciones, me he limitado a sonreír y soltar la típica excusa “debe ser por un disgusto”. Aunque como haya tenido un disgusto por cada cana que me ha salido… me debo pasar el día asustada de disgusto en disgusto.

Este exceso de sinceridad me parece demasiado. Evidente, esta mañana ya había visto mi cana de punta cual antena de coche, pero había optado por obviarla. Es como un novio que tuve a los 15 años al que le gustaba destacar las imperfecciones de la gente en su propia cara. La segunda vez que me dijo (señalando) que me había salido un grano le dejé. Con lo fea que era en la adolescencia, lo único que me faltaba es que me lo estuvieran recordando.

Así que aquí estamos, mi cana y yo, intentando no achantarnos y apoyándonos mutuamente frente a los ataques enemigos. He intentado esconderla entre el resto del pelo pero la jodía se mantiene alerta y no hay quien la mueva, así que tendré que aprender a vivir con ella. Veamos la parte positiva, desde esta mañana me siento más alta.

lunes, 11 de abril de 2011

Luciendo moreno


Ha llegado el calor y, aunque no sabemos si durará, es momento de sacar la ropa de verano y darnos cuenta de que aún no estamos listas para lucir pierna sin deslumbrar a los de al lado.

Teniendo en cuenta esto y como estaba ociosa, esta tarde he aprovechado para tomar un poco el sol y coger algo de colorcillo. Los que tenemos la piel morena nos pasamos el invierno con un tono entre amarillo y verdoso nada favorecedor, pero ahora llega nuestro momento, con unos minutillos de sol, somos la envidia de los blancuchos (sin ofender).

Pero ¿desde cuándo se lleva estar moreno? Mi madre siempre me cuenta que mi abuela la lavaba con un estropajo para quitarle el moreno (menuda era mi abuela) porque lo bonito era la piel blanca. De hecho, mi abuela luce con orgullo un color de piel casi transparente desde que tengo uso de razón. Sin embargo, ahora, la gente se achicharra al sol para ponerse (ponernos) morenos. Una vez conocí a un chico que no faltaba a su cita semanal en Solmanía, y tenía un color chocolate (90% de cacao) que parecía cualquier cosa menos saludable. Encima me dijo que se le estaba yendo el color, que tenía que volver a darse "un poco más". Él se vería genial pero era tan artificial que daba hasta grima.

El caso es que ahora dicen que se vuelve a llevar la piel blanca, que es la nueva moda ¡hasta ahí podíamos llegar! Estoy segura de que ha sido idea de algún tipo extra-blanco, de esos que si se ponen al sol se convierten en chorizos parrilleros con piernas. Se pongan como se pongan no estoy dispuesta a decolorarme a lo Michael Jackson. ¿Terminaremos cambiando los autobronceadores por los polvos de arroz?

Lo que es cierto es que el exceso de sol no es bueno y, además, envejece. No hay más que ver a esas señoras que literalmente se fríen al sol y terminan negras como el carbón y arrugadas como pasas ¿bonito? Más bien raro.

En fin, intentaré coger algo de tono para olvidarme de mi color amarillo, pero sin abusar, que luego no hay quien aguante a mi abuela.

viernes, 8 de abril de 2011

Tierra trágame!

Hay momentos en la vida, a veces demasiados, en los que nos gustaría meter la cabeza en la tierra como las avestruces o poder salir corriendo sin mirar atrás, momentos en los que lo único que podemos pensar es “tierra, trágame!”.

El primero que recuerdo es cuando a los 9 años en clase de gimnasia fui a quitarme la sudadera y con ella también se fue la camiseta, quedándome con una monísima camiseta interior caladita y con un lacito rosa. Corrí cual caballo desbocado al vestuario a recomponerme las vestiduras y la dignidad y salí de nuevo como si no hubiera pasado nada pero colorada como una fresa. 

Tras este inocente incidente se han sucedido muchos peores, los más habituales esos en los que hablas mal de alguien y de repente aparece detrás, o mejor, la vez que cabreada como una mona mandé un mail poniendo verde a mi jefe (al menos no ponía el nombre) y me equivoque y se lo mandé a él… gran jugada. Encima me preguntó por el mail y tuve que inventarme una historia sin sentido que creo que no coló, al final muy digna le dije “no era sobre ti, pero si no me crees es tu problema” toma ya!

Pero lo de mi amiga Susana es peor sin duda alguna. Estando en su casa su exnovio y todavía “amigo” quiso darle una sorpresa y presentarse allí sin avisar. Casualmente Susana estaba con su novio actual y les tuvo que presentar, con la consiguiente cara de seta de ambos, momento para olvidar…

Otra historia genial es la de mi amiga ana durante sus prácticas en Onda Cero. Le tocó cubrir la llegada de los atletas paralímpicos al aeropuerto de Barajas, e intentó localizar alguno que no tuviera una discapacidad muy visible para que pudiera atender a sus preguntas sin problema. Cuando creyó haber dado con el candidato ideal, se acercó, le preguntó, le puso el micro, y resultó que era mudo.

En otra ocasión, mi amiga Paula, trabajando de un evento con personalidades varias, era la encargada de repartir los regalos de convenida y cuando llamó a la puerta del representante de un país europeo (no desvelaré cual para no crear un problema diplomático) abrió la puerta de su habitación completamente desnudo, tapándose lo indecoroso con un cojín. Paula le entregó el regalo  y salió corriendo, preguntándose con que mano lo habría cogido si con una sujetaba el cojín y con la otra la puerta.

Pequeñas (o grandes) meteduras de pata que cuando pasa el tiempo se convierten en anécdotas divertidas. Así que ya sabes, no pienses ¡tierra trágame!, ríete de la situación y ¡compártela con el mundo!

jueves, 7 de abril de 2011

Flowet Pot (quiero ser mujer florero)

Yo quiero ser mujer florero. Esa es la frase que a dos de mis amigas les ha dado por repetir últimamente, y la verdad es que suena tentador. Hoy hemos estado hablando de este tema y me decía mi compañera Pilar que seguro que luego te aburres de estar en casa todo el día con los niños y limpiando… Perdona Pilar, pero eso no es ser mujer florero, eso es ser ama de casa.

Seguro que todo el día de masajes, spa y compras sería aburridísimo y encima llegar a casa y encontrarte todo limpio y la comida hecha y dedicarte a leer o a alguno de esos hobbies que tienes abandonados. Suena horrible, la verdad.

Dicen que el trabajo dignifica, pero yo creo que es una mentira como un castillo. A veces, cuando tengo que salir de la oficina a media mañana a alguna gestión, reunión o derivados, me encuentro ese grupo de lozanas mujeres desayunado tranquilamente a las 11 de la mañana y hablando despreocupadamente de sus cosas. Muy aburridas no se las ve. Por aquí tengo un compañero que tiene la firme convicción de que las mujeres buscan a sus parejas por el interés, principalmente por dinero (sí, es muy majo). Si fuera así, íbamos a estar nosotras aquí hablando de estas cosas…

En el fondo somos (casi) todas unas románticas y no nos dejamos influir por esas cosas tan frívolas, aunque es cierto que a veces se nos pasa por la cabeza esa bonita idea de vivir del cuento rodeada de atenciones. Mi amiga Ana siempre dice “yo ya he conocido el amor verdadero, ahora puedo casarme por dinero”

Aquí, alguna se levantará en armas para gritar a los cuatro vientos que ella se vale por sí misma y que no necesita ningún hombre, ¡viva la revolución femenina! Bien camarada, estoy de acuerdo en que está muy bien ser independiente y todo lo demás, pero fantasear es gratis y aunque sea para saber qué se siente y ver si realmente te aburres de no hacer nada (productivo)... Yo me ofrezco para una prueba piloto, me convertiré durante un par de meses en mujer florero e intentaré sobrevivir para contaros mi experiencia, no me importa sacrificarme, todo sea por la causa. ¿Algún acaudalado voluntario?

miércoles, 6 de abril de 2011

Codeándome con los famosos


No sé por qué cuando nos encontramos con un famoso (o famosillo) nos parece todo un acontecimiento. Yo siempre opto por hacerme la interesante y no prestarles mucha atención, castigándoles con mi indiferencia, como si estuviera acostumbrada a codearme con el famoseo nacional a menudo.

El otro día, en uno de mis escasos momentos como ama de casa, me acerqué al Mercadona de mi barrio a hacer la compra. Cuando estaba esperando en la cola se acercó a por una cesta una chica que me llamó la atención por las botas fucsias que llevaba y el bolso de Louis Vuitton de más de 1.000 euros que le colgaba del brazo. “Mira ésta como viene a hacer la compra” pensé, mientras le lanzaba una mirada de desaprobación.  Cuando se dio la vuelta vi que era Paula Echevarría, actriz y mujer de Bustamante. La miré a ella, me miré a mí… sí, efectivamente somos distintas, ala, depresión y para casa. Junto a ella iba una señora muy apañada con un bolso de Prada. Seguro que mucho bolso y luego compraron mortadela y mejillones en escabeche, qué poco glamour.

Hace poco también, cenando con unos amigos entraron en el restaurante dos futbolistas del Madrid. Solo me acuerdo de Xabi Alonso, porque el otro era bastante feo y no reparé en él, ni me quedé con el nombre, la verdad Y hablando de futbolistas, hace ya tiempo, antes de su partida al extranjero tuve el “honor” de encontrarme con Guti en el Hipercor de Pozuelo. Oye, pues me pareció muy majo haciéndose fotos con los niños y jovencitas… Y se gastó unos 300 euros en películas en DVD, estuve a punto de acercarme y susurrarle “no seas tonto, si esto te lo puedes descargar gratis…” pero supongo que no le interesaría demasiado, como se nota que apoya los derechos de autor…

Cerrando mi reciente ciclo de encuentros con famosos, comprando un regalo me encontré con Fran Murcia, el jugador de baloncesto y exmarido de Lara Dibildos. No sólo le vi, sino que estuvo hablando conmigo un rato mientras esperábamos a que nos atendieran en la tienda, qué majo y qué alto es el tío. Bueno, ¡se me olvidaba! Hace casi un año me encontré con Carmen Lomana en la calle Serrano, ella de compras y yo paseando… qué momento de glamour concentrado!

Con esta racha, sólo me queda esperar a encontrarme con Brad Pitt en el gimnasio (si es que algún día decido ir) o con Orlando Bloom en el vips de aquí al lado. No sé si en ese caso podré castigarles con mi indiferencia…

martes, 5 de abril de 2011

Mi madre quiere nietos

Esta claro que me estoy haciendo mayor, y si no a qué viene la cara de pena de mi madre cada vez que habla de niños. Me mira cual cordero degollado y me suelta lindezas como… cómo no me vas a dar nietos… Al margen de que dé por hecho que no voy a procrear, empieza a ser habitual que familia y amigos te pregunten que para cuándo, pues para cuando me de la gana, señores, sin ánimo de ser impertinente.

No sé que les pasa a los padres a partir de los cincuenta y largos, se deben aburrir y su única preocupación pasa a ser que les llenes la casa de nietos a los que colmar de atenciones. Por supuesto, no se han planteado que quizá tú estás pensando en cualquier otra cosa antes que lanzarte a la locura de la maternidad, y que ahora mismo prefieres un viaje por el mundo que un bebé llorando en la habitación de al lado.

Si le cuento esto a mi madre se lleva las manos a la cabeza y me suelta algún improperio. Por eso, prefiero ignorar sus comentarios y decirle que soy muy joven para pensar en esas cosas. Ahí surge la frase que toda madre tiene en la recámara:”yo a tu edad ya tenía tres hijos” Claro que sí, ese argumento me convence por completo!

En la última boda en la que estuve mi padre no dejó de hacer el tonto (porque no se le puede llamar de otra manera) con las sobrinas de la familia, así que todo el mundo se dedicó a decirme que por qué no le daba un nieto, que estaba claro que le hacía falta, sin tener en cuenta que a mí no me hace falta ninguna.

El problema crece cuando ya no son sólo tus padres, a los que más o menos tienes dominados. De repente, hasta las compañeras de trabajo me dicen cosas como “yo los tendría joven, que luego…” ¿Qué luego qué? ¿Alguien ha pedido opinión? ¿Por qué la gente se emociona con los hijos ajenos?

Con tanto niño por aquí y por allá, si tenía alguna gana se me han quitado del todo. Y si en algún momento me siento débil, solo tengo que bajar al portal de mi casa y escuchar gritar y correr de un lado a otro a los monstruitos de los vecinos mientras sus padres se vuelven locos intentando controlarlos. Ay…angelitos, que los disfrutéis!

lunes, 4 de abril de 2011

¿Qué les pasa a los tíos con Trainspotting?

Llevo tiempo escuchando a algunos amigos y a mis propios hermanos hablar de lo que para ellos es  una película de culto: Trainspotting. “Es como cuando en Trainspotting…”, “te acuerdas cuando en Trainspotting…”. En fin, que creyendo que me estaba perdiendo una de las joyas de la cinematografía, he decidido verla. 

Los primeros 20 minutos estuve  esperando a que en cualquier momento pasara algo que diera la razón a todos aquellos que creen que es una película digna de ver y admirar, pero nada, por más que me esforcé no conseguí entender nada de aquello. Sé que las hordas de fans de este fenómeno del cine escocés no estarán de acuerdo conmigo, pero una panda de yonkis que se pasan 90 minutos soltando tacos y delinquiendo por ahí pues hombre… tampoco es para tanto. 

Está claro que somos diferentes y esto es una clara prueba de ello.  Sí, prefiero mil veces tragarme una previsible película en la que Matthew McConaughey intenta ligarse a Kate Hudson que ver a Ewan McGregor compartiendo horas sin sentido con una panda de alcohólicos y medio psicópatas, llamadme rara. Con lo bien que este muchacho cantaba en Moulin Rouge y lo feo y desagradable que sale en esta película...

Puedo entender que La vida de Brian sea un clásico y que puedas repertir sus gracias durante años en las reuniones familiares; pero no entiendo lo de Trainspotting ni vuestras bromas y comentarios sobre la película. De hecho, ha calado tanto en mí, que ya casi no me acuerdo del argumento, si es que tenía alguno… 

¿Por qué tendremos algunos gustos tan diferentes? ¿Será para poder discutir por algo (más)? Aunque me cueste reconocerlo creo que ésta es claramente una “peli de tíos”, de esas que a nosotras no nos gustan ni entendemos por qué a vosotros sí. A esta categoría pueden unirse esas otras en las que se suceden escenas de acción sin sentido y cuyo único argumento es salvar el mundo, así en general. Para disfrutarlas como debe ser, por supuesto hay que poner el home cinema a tope para escuchar a todo volumen cómo la humanidad es salvada por un héroe americano. Cuánto daño ha hecho Bruce Willis.

viernes, 1 de abril de 2011

Grandes inventos de la humanidad

Nada de la rueda o el teléfono, los grandes inventos de la humanidad son otros; pequeños artilugios que realmente nos hacen la vida más fácil. Uno de mis favoritos es ese invento que los jubilados suelen llevar a las grandes concentraciones de gente y eventos multitudinarios. Me refiero al bastón-silla, esa especie de palo extraño con un círculo en el medio que se convierte en un confortable taburete capaz de resistir los más gordos culos. ¡El sueño de cualquier vago! ¿Quien no ha deseado, durante una tarde de compras o una larga jornada de reuniones tener a su alcance un bastón-silla para descansar un rato? Supongo que su inventor estará ahora disfrutando de las rentas en algún paraíso caribeño…

Otro gran invento de los 80 fue la gorra ventilador que, aparte de su moderno diseño, era de gran utilidad, ya que permitía “refrescar” la frente sin ningún esfuerzo. Es cierto que el ligero aire caliente del ventilador tampoco era una maravilla y que el ruido podía (o puede, porque seguro que más de uno aún la conserva) levantar algún dolor de cabeza. El mundo de la gorra ha centrado gran parte de los inventos modernos, no olvidemos, la gorra-sombrilla (o paraguas según el tiempo) e incluso la gorra botellero, que incorporaba dos latas y unas pajitas para beber a gusto sin usar las manos.


Otro invento genial fueron las gafas dobles, esas que parecían de sol y de repente, maravillas de la tecnología, podías levantarlas cual cortinilla y aparecían unos cristales normales… Sorprendentemente aún las venden, comodidad ante todo, amigos.

Entre los más modernos, podríamos incorporar a esta lista casi todos los que aparecen en la teletienda, desde el jes-extender (que si alguno quiere saber lo que es que lo busque en Internet, que una es muy decente y no habla de esas cosas), hasta la batidora que te hace igual de bien un zumo que una dorada al horno, y todo por 19,95. Entre todos, quizá destacaría el molde para perillas, ese raro artilugio que los hombres deben morder mientras se afeitan para alcanzar la forma de perilla perfecta. Mi consejo: no os dejéis perilla, no le queda bien a nadie.