martes, 12 de abril de 2011

Con el guapo subido

Hoy me he levantado dando un salto mortal y dando volteretas he llegado al baño. Bueno, quizás exagero un poco, pero el buen tiempo me tiene animada y hoy, mira tú por donde, me he visto con el guapo subido. Aunque me tachen de petulante me da lo mismo, me he calzado los tacones, unos polvos de sol para que parezca que me he pasado el fin de semana en la playa y venga, a dar envidia por ahí.

Pero como la gente es así… en cuanto han visto mi exultante felicidad mañanera han tenido que buscar algo con lo que amargarme el día y una de mis compañeras, haciendo uso de una maldad absoluta, me ha dicho sin inmutarse: “uy, mira que cana tienes aquí, rizada y de punta, qué graciosa”. Pues a ti te hará mucha gracia pero a mí ninguna.

Intentando mantener la compostura y evitando recordarle sus defectos e imperfecciones, me he limitado a sonreír y soltar la típica excusa “debe ser por un disgusto”. Aunque como haya tenido un disgusto por cada cana que me ha salido… me debo pasar el día asustada de disgusto en disgusto.

Este exceso de sinceridad me parece demasiado. Evidente, esta mañana ya había visto mi cana de punta cual antena de coche, pero había optado por obviarla. Es como un novio que tuve a los 15 años al que le gustaba destacar las imperfecciones de la gente en su propia cara. La segunda vez que me dijo (señalando) que me había salido un grano le dejé. Con lo fea que era en la adolescencia, lo único que me faltaba es que me lo estuvieran recordando.

Así que aquí estamos, mi cana y yo, intentando no achantarnos y apoyándonos mutuamente frente a los ataques enemigos. He intentado esconderla entre el resto del pelo pero la jodía se mantiene alerta y no hay quien la mueva, así que tendré que aprender a vivir con ella. Veamos la parte positiva, desde esta mañana me siento más alta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario