viernes, 1 de abril de 2011

Grandes inventos de la humanidad

Nada de la rueda o el teléfono, los grandes inventos de la humanidad son otros; pequeños artilugios que realmente nos hacen la vida más fácil. Uno de mis favoritos es ese invento que los jubilados suelen llevar a las grandes concentraciones de gente y eventos multitudinarios. Me refiero al bastón-silla, esa especie de palo extraño con un círculo en el medio que se convierte en un confortable taburete capaz de resistir los más gordos culos. ¡El sueño de cualquier vago! ¿Quien no ha deseado, durante una tarde de compras o una larga jornada de reuniones tener a su alcance un bastón-silla para descansar un rato? Supongo que su inventor estará ahora disfrutando de las rentas en algún paraíso caribeño…

Otro gran invento de los 80 fue la gorra ventilador que, aparte de su moderno diseño, era de gran utilidad, ya que permitía “refrescar” la frente sin ningún esfuerzo. Es cierto que el ligero aire caliente del ventilador tampoco era una maravilla y que el ruido podía (o puede, porque seguro que más de uno aún la conserva) levantar algún dolor de cabeza. El mundo de la gorra ha centrado gran parte de los inventos modernos, no olvidemos, la gorra-sombrilla (o paraguas según el tiempo) e incluso la gorra botellero, que incorporaba dos latas y unas pajitas para beber a gusto sin usar las manos.


Otro invento genial fueron las gafas dobles, esas que parecían de sol y de repente, maravillas de la tecnología, podías levantarlas cual cortinilla y aparecían unos cristales normales… Sorprendentemente aún las venden, comodidad ante todo, amigos.

Entre los más modernos, podríamos incorporar a esta lista casi todos los que aparecen en la teletienda, desde el jes-extender (que si alguno quiere saber lo que es que lo busque en Internet, que una es muy decente y no habla de esas cosas), hasta la batidora que te hace igual de bien un zumo que una dorada al horno, y todo por 19,95. Entre todos, quizá destacaría el molde para perillas, ese raro artilugio que los hombres deben morder mientras se afeitan para alcanzar la forma de perilla perfecta. Mi consejo: no os dejéis perilla, no le queda bien a nadie.

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