viernes, 28 de enero de 2011

Primeras citas

La vida te sorprende cuando menos te lo esperas. Cuando pensabas que el romanticismo existía solo en las películas y que los chicos-hombres (no sé muy bien como denominarlos) con los que quedas no te miran precisamente a los ojos… una de mis mejores amigas empieza una relación atípica.

Resulta que Paula (la llamaremos así para ocultar su verdadera identidad) a sus casi 30 años ha quedado unas 10 veces con un chico-hombre. Hasta ahí todo bien. Se están conociendo, se gustan, salen, cenan, se ríen… pero ni un solo beso!!

A estas alturas de la película no creía que estas cosas pasaran, la verdad, ¿será que yo soy un poco fresca y me lanzo a los morros de mis pretendientes a la primera de cambio? ¿O será que se han juntado las dos personas más tímidas del mundo?

Esto me tiene un poco desconcertada (y a Paula también) porque está bien que las cosas vayan con calma cuando alguien te interesa, ¿pero tanto? La pobre Paula está intentando lanzar señales que le dejen claro al susodicho que está receptiva a los intentos besariles. Le hemos aconsejado como hemos podido pero parece que de momento no ha surtido efecto. En la tercera cita le propusimos que recurriera al típico “te iba a besar en la mejilla pero he calculado mal” y pusiera cara de sorpresa cuando “por accidente” le besara en los morros. Con los nervios del momento hizo un quiebro y le terminó besando en la nariz. No funcionó. Para la quinta le aconsejamos apostar por el silencio incómodo de la despedida, como esperando… pero tras unos segundos cara a cara, él se lanzó a preguntar ¿te pasa algo? Está claro que tampoco funcionó.

La última vez que quedaron, ayer, le dijimos que no se andara por las ramas y fuera clara. Así que tras lanzar varias indirectas durante la cena y echarse vaselina de forma compulsiva, porque la hidratación es muy importante, en el momento clave de la noche se armó de valor. Como mantis religiosa se lanzó a por su presa y cuando estaba a punto de alcanzar el objetivo descubrió con el rabillo a su madre en la ventana y abortó la misión. Está claro que necesita independizarse.

Pero aún no hemos tirado la toalla, que de los buenos quedan pocos y hay que ser paciente. Ánimo Paula, a la undécima va la vencida!

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