jueves, 20 de enero de 2011

La becaria


Te das cuenta de que te haces mayor cuando un día dejas de ser “la joven” de la oficina. De repente ya no eres líder de opinión en temas juveniles y nadie te pregunta cómo funciona eso del Facebook (el fisbur en el idioma que se usa por aquí),  cómo se usa tal o cuál programa y qué música (y cito literalmente) “está pegando ahora”.

Ese día entiendes que el tiempo pasa deprisa y que los 22 años de la nueva becaria duelen más de lo que pensabas, sobre todo si además está más delgada y es más guapa que tú (guarra, digo… perdón.... qué mona!). Pero como hay que sobreponerse ante la adversidad, a mí no me gana nadie en lucir cacha y a mis 28 recién cumplidos aún tengo muslo para rato, así que me he calzado mis mejores tacones y a riesgo de padecer una lesión de espalda o romperme el tobillo (porque si me caigo desde aquí me mato), he decidido plantarle cara a su juventud al grito de ¡antes muerta que sencilla! Me habrá poseído Ana Obregón?  Ay, que horror… desde luego tengo que centrarme.

La verdad es que las becarias ya no son lo que eran; en mis tiempos becariles intentábamos pasar desapercibidas, hacer lo que se nos mandaba con una sonrisa y esperar que alguien decidiera irse para quedarnos con su puesto, lo normal, vaya. Pero esta juventud (frase de mi madre) viene pisando fuerte y hay que estar preparados. Por eso he decidido hacerme su amiga para familiarizarme con su modus operandi y, por qué no decirlo, para que si alguien le guiña un ojo en el pasillo pueda creer que ha sido a mí.

1 comentario:

  1. casi me meo en las bragas, todavía recurdo lo mucho que te reias cuando decía feisbú jajaja y lo mucho que t tarde en aprender su uso....

    ResponderEliminar