Cuando mi banco me ofreció de forma “gratuita” mi primera tarjeta de crédito, pensé que quedaría escondida en un rincón de mi cartera y que jamás haría uso de ella salvo para ocasiones de emergencia. Sin embargo, hace ya bastante tiempo mi tarjeta de débito se estropeó y durante unas semanas tuve que hacer uso de la tarjeta dorada. Fue mi perdición. La tarjeta de crédito te da una sensación de falso poder que para las manirrotas como yo es una auténtica perdición. ¿Que no te queda dinero en la cuenta pero has visto unos zapatos que te encantan? No hay problema, visa oro al canto.
En ese momento no piensas en que el mes que viene tendrás que saldar tus deudas, simplemente te sientes poderosa y vives el momento con esa falsa promesa de que el mes que viene contendrás el gasto.
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