martes, 20 de septiembre de 2011

Vuelta al cole

Qué dura es la vuelta a la normalidad… Después de la última semana de playa y relax a vuelta es más dura que nunca. Ya no está en el horizonte la promesa de unos días más sin trabajar, ni el regocijo interno de reírte de tus compañeros mientras les despides porque te vas a la playa. No, ahora la pringada soy yo.

Me siento exactamente igual que cuando empezaba el colegio. Acopio de bolígrafos y cuadernos (sólo que ahora sólo tengo que ir al armario del material), ropa nueva (esto realmente puede valer para cualquier época del año) y buenos propósitos. Como ya os adelanté os empiezo el gimnasio, en menos de una hora espero estar allí dándolo todo (o lo que buenamente pueda) estrenando mi bolsa y mis camisetas nuevas. Qué me emocionen estas cosas me da qué pensar…

Pero el verdadero problema de incorporarte a la oficina a estas alturas de septiembre es que nadie quiere perder el tiempo charlando sobre tus vacaciones, parece ser que ahora van de ocupados. Todo el mundo sabe que le primer día no se debe trabajar, por cuestión de salud mental es necesario un día (o una semana) de aclimatación en las que tus únicas responsabilidades sean consultar el correo, leer el periódico, quedar con algún amigo para luego… tareas indispensables para que la vuelta sea llevadera y no caigamos en depresión post-vacacional, todo sea por el bien de la empresa.

Yo he intentado por todos los medios tomarme el “día libre” y disimular frente al teclado, pero lamentablemente no me han dejado. Está claro que la envidia por mi extrema morenez playera ha provocado las iras de mis compañeros y me estaban esperando con múltiples encargos y trabajo atrasado. Así que aquí estoy, haciendo horas extra en mi primer día. No hay derecho, necesito unas vacaciones.

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