Son las 23.45 y, a unos minutos de irme a la cama, me pregunto si hoy podré dormir a pierna suelta.

Creo que puedo dormir con la televisión encendida, con una fiesta en la terraza del vecino, con un mercadillo en la puerta de mi casa...pero no con pequeños y molestos ruidos. El caso es que esta noche se ha estropeado la puerta del garaje y no paraba de abrirse y cerrarse. Además, hoy se inauguraba la piscina, con lo que los chorros han estado funcionando a pleno rendimiento.
Pero ¿por qué nunca me han molestado ruidos aparentemente mucho más molestos y ahora no puedo dormir con un corrillo de agua y una puerta que se abre? ¿Será la edad? ¿O que no estoy acostumbrada a vivir en una urbanización con garaje y piscina? Es decir, que los ruidos de la clase medio-alta no son para mí.
Ahora que había conseguido superar mi lucha particular con los mosquitos (que este año me están devorando y encima ¡son enormes! ¿Estarán mutando?) mi propia casa se vuelve contra mí. Sólo falta que empiece a gotear un grifo y no pego ojo seguro. En fin, me voy a la cama, deseadme suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario