miércoles, 15 de junio de 2011

Zapatos de punta

Quizá porque me he levantado a las siete de la mañana, quizá por las prisas… el caso es que esta mañana me he puesto unos zapatos que hasta hace poco me parecían bonitos, pero cuya punta puntiaguda hoy me ha hecho replantearme mis antiguos gustos.

Lo malo es que me he dado cuenta de que ya no me gustan justo cuando he llegado a la oficina, y la alternativa de ir descalza de momento no la contemplo. Luego, mirando a mi alrededor, me he dado cuenta de que muy probablemente mis compañeras no se han percatado de tan nimio detalle y pensarán que voy a la última marcando tendencia.

Es curioso como cuando llevas algo que no te gusta o no te ha dado tiempo a lavarte el pelo (a mí esto último no me pasa nunca, por supuesto), te pasas el día con la sensación de que la gente te mira con desaprobación. Sí, llevo unos zapatos pasados de moda, lamento profundamente el daño que he podido causar por este hecho.

Hablando de zapatos, me acuerdo de una vez en el colegio (ha llovido bastante…) que una compañera no se dio cuenta y apareció en clase con las zapatillas de estar por casa, y eso que venía andando! debía ir pensando en lo cómodos que se habían vuelto de repente los zapatos del colegio y en lo calentita que iba… pobre, menudo disgusto tenía, es que los niños son muy crueles con estos despistes.

Yo cualquier día me planto en el trabajo con las zapatillas de felpa o el pantalón de pijama debajo del vestido, que con el aire acondicionado no hay quien luzca modelito veraniego. Incluso he pensado comprarme una bata, de esas de guatiné supermodernas, y ponérmela para trabajar, ya puestos…



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