viernes, 25 de febrero de 2011

Duros a cuatro pesetas

Ayer por la mañana mi amiga Gemma me mandó un mail con una escueta y directa frase “corred, hay un montón de prendas en Zara a 1 euro, ¡debe ser un fallo informático!”. Automáticamente dejé el trabajo a un lado y accedí cual caballo desbocado a la web de la compañía Indetexera. Desgraciadamente, cuando conseguí entrar y recorrer todas las secciones y artículos, no había ni rastro de esos precios y todo parecía normal.

Gemma tuvo más suerte y consiguió comprar 13 prendas por la friolera de 3,99 euros, vamos, los gastos de envío. Su euforia duró poco, lo que tardó Inditex en cancelar el pedido. Hoy lo comentaba en su blog Shopping Philosophy —que por cierto, después se lo plagió El Mundo en su web y se quedó tan pichi— y una de sus lectoras decía que le parecía muy mal aprovecharse del fallo informático de una empresa. Hombre, si habláramos de la tienda de barrio de la esquina bueno, pero ¿qué haríais vosotros si de repente veis en una de vuestras tiendas favoritas que todo cuesta 1 euro? ¿Decidiríais no aprovecharos de su error pensando que los pobres se han equivocado o, por el contrario, os lanzarías a comprar como locos? Yo lo tengo claro. Lo siento Amancio pero esto es un “Ah, se siente” en toda regla.

Es como esas noticias que se oyen a veces (no sé si son ciertas o leyendas urbanas) de alguien que vio en un catálogo un coche por 300 euros y, pese a que era un error de imprenta, tuvieron que vendérselo a ese precio. Otro “Ah, se siente”. Sin embargo hay otros “errores” no tan inocentes, hablo de anuncios engañosos como los de las inmobiliarias: distribuyen  folletos con la descripción de un piso estupendo a precio de risa y cuando llamas a preguntar te dicen que casualmente acaban de venderlo o que era un error, pero que tienen otros… Qué listos, deberían obligarles a venderte el piso que anuncian y dejar de tomar el pelo a la gente.

A hilo de las inmobiliarias recuerdo una vez, la única que cometí la temeridad de buscar piso, que en plena calle princesa vendían un ático baratísimo, pues bien, el inmobiliario (dícese de la persona que trabaja en una agencia inmobiliaria) me dijo que el piso tenía un “problema” y es que había una inquilina de renta antigua y había que esperar... (ya os imagináis a qué). Durante un segundo se me pasó por la cabeza preguntar cuántos años tenía la inquilina y de repente me sentí fatal, qué crueldad comprar un piso y esperar que se quede “libre”...

Con estas experiencias e historias está claro que nadie da duros a cuatro pesetas, pero si se descuidan un momento y lo ofrecen sin querer, ahí estaremos. Somos carne de cañón para el timo de la estampita!

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