viernes, 11 de febrero de 2011

Superegos

Hay personas con el ego más grande que un edificio de cuatro plantas. Personas que se ponen el mundo por montera y les importa un pimiento lo demás: ellos son los mejores en todo te pongas como te pongas.

A mí estas personalidades me desconciertan, la verdad. He conocido gente que se cree la más guapa/o (no quiero dar pistas...) del universo, cuando a los ojos de todo el mundo es evidente que no es así... Esas mismas personas son capaces de afirmar hasta la muerte que el presidente de la asociación de aficionados a la petanca de madera se llama Antonio Gómez, aunque tú insistas en que casualmente es tu padre y no se llama así. Olvídate, la conversación está perdida.

La gente tan segura, más que admiración me produce cierto miedo. Es imposible creerse el mejor en todo ¿o quizá no? ¿Es una pose o lo piensan realmente? Los “superegos”, como yo les llamo, habitan en muchos y variados lugares, desde el compañero de trabajo, a la vecina o el panadero, que cuando vas a comprar la pistola de los domingos te dice aquello de “una pistolita para la más bonita” con tonillo de guarro, pero por Dios abuelo, ¿de verdad se piensa que me gusta? En fin, moral no falta desde luego.

No hay que confundirlos con los “no me importa lo que la gente piense de mi”, aquellos capaces de teñirse el pelo de rosa y llevar un traje de cuadros escoceses. No, ese es otro grupo al que personalmente admiro. Me pongo y hago lo que me da la gana y no me importa lo que pienses. Grande, amigo, grande.

Los superegos son fáciles de reconocer, te darás cuenta porque tienen en común el uso de frases tipo “hazme caso porque yo de esto sé bastante” “calla que no entiendes” y algunas fantasmadas tipo “cuando estuve en Vietnam estudiando los hábitos de la población autóctona…” “estoy harta/o de que me acosen los hombres/mujeres” “yo puse en marcha este proyecto” “yo es que tengo un mercedes” (ésta me encanta)... y cosas similares que acompañan -y eso sí que es exclusiva de los superegos machos- de una miradita de medio lado y, en los casos más dramáticos, hasta de un guiño de ojos.

Yo suelo darles la razón en todo, me da mucha pereza discutir con un superego. Además, debe ser agotador ser el más guapo, el más listo, el más trabajador, el más profesional, el más simpático, el más…. En fin, que bastante tienen con lo suyo. ¡Viva la imperfección!

1 comentario:

  1. "Ya te digo yo que esto es así"

    ¿y por qué los superegos vienen a ti a hacerte consultas pero si tus respuestas no coinciden con lo que quieren escuchar se niegan a aceptarlas y te sueltan "Ya te digo yo que esto es así"?
    Coño, pues no preguntes

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