jueves, 3 de febrero de 2011

En forma


Con el nuevo año (ya sé que empezó hace un mes, pero me lo tomo con calma) me he propuesto retomar hábitos saludables como el deporte, que la dureza del culo es inversamente proporcional a los años que cumples. Tengo algunas dudas, no sé si optar por el megagimnasio de tropecientos euros al mes o idear un programa de ejercicios por mi cuenta que dada mi experiencia anterior y mi fuerza de voluntad para el deporte haré con el mayor de mis esfuerzos y dedicación durante aproximadamente dos días.

El megagimnasio sería una buena opción, pero los seis meses que estuve apuntada hace dos años no me reportaron lo que buscaba. Es cierto que no iba todo lo que debiera pero creo que tenía razones suficientes para no ir. En primer lugar, todo el mundo estaba en forma y eso no me gustaba nada ¿es que no había nadie nuevo como yo? Se me ocurrió entrar en una clase de step, con la música y los movimientos supuse que sería divertido. Nada más lejos. Una monitora loca que no hacía más que gritar empezó a moverse de forma convulsiva de una lado a otro; pese a que intentaba seguirla, mi mente y mis pies van a distinto ritmo y más que hacer step parecía chiquito de la calzada en estado ebrio, moviéndome sin sentido de delante a atrás. El ridículo fue mayor cuando vi que toda la clase seguía los ejercicios sin problemas. Así que esa fue mi última clase de step.

Decidí probar algo más sencillo, quizá me había precipitado con algo tan enérgico que estaba claro que requería ciertas cualidades físicas y mentales y que yo, después de aguantar 8 horas a mi jefe, no tengo. Así que al día siguiente lo intenté con body balance o algo así, que según el monitor al que pregunté “consigue llevar a nuestro cuerpo y nuestra mente a un estado de equilibrio y armonía”. Perfecto, justo lo que necesito. La clase empezó con algo de relajación, bien, esto sé hacerlo, y poco a poco fuimos adoptando posturas, cada cual más difícil y comprometida. Cuando me estaba dando con la rodilla en la cara a punto de que se me rompiera algún tendón, me di cuenta que no me sentía ni armónica ni equilibrada y que mi chandal de bershka no iba a aguantar semejante ritmo.

Tras varias experiencias de este tipo abandoné el gimnasio y todas las posibilidades de alcanzar un cuerpo 10. Ahora me pregunto si podría volver a enfrentarme a aquello o si es mejor que me apunte a gimnasia de mantenimiento con las jubiladas de mi barrio.

1 comentario: