No sé si será por el miedo a las carnes flácidas, pero el caso es que llevo una temporada (un par de semanas) haciendo deporte. Bueno, no salgo a correr todos los días ni nada de eso (no voy a pasar de 0 a 100 de repente…) pero para el deporte que acostumbro a hacer, puedo decir que estoy bastante activa.

Me he dirigido directamente al pasillo “textil femenino” pensando en no dedicar más de 10 minutos a la ardua tarea de comprar dos camisetas y unas mallas. Ingenua de mí. Cortas, largas, de colores, más gordas, más finas, de tela transpirable… y todas, por supuesto, feas. ¿Es necesario dar miedo para hacer deporte? ¿Será un requisito indispensable?
Tras recorrer los pasillos una y otra vez, he terminado en el probador con 18 pantalones. Gracias a ellos, he descubierto michelines que no sabía que tenía y me he dado cuenta, una vez más, de que le deporte no está hecho para mí. Pero como no estoy dispuesta a que unas simples mallas ajustadas puedan conmigo, he seguido probando hasta encontrar las menos malas, que combinadas con una camiseta lo suficientemente larga para tapar la cartuchera pero no tanto como para que parezca un camisón, he encontrado por fin, mi look deportivo. Será la adrenalina del deporte pero, aunque con esta pinta soy como una mezcla de un yonki y un rapero, es ponerme esta ropa y sentime más tonificada. Estoy deseando estrenarlo mañana. Así que si veis por ahí a una loca corriendo como un pato con unas mallas y una camiseta de tejido ultratranspirable que le llega por las rodillas, saludadme, soy yo.
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