jueves, 5 de mayo de 2011

Calvicie prematura

Desde hace unos meses (o quizá más) hay algo que me inquieta. No se trata del calentamiento global ni de la extinción del lince ibérico, sino de lago más importante: me estoy quedando calva. Pensaba que, quizá por la edad, la frente se me estaba haciendo cada vez más grande pero nada de eso… tengo entradas de señor mayor. Que cómo es posible? Pues eso me gustaría saber a mí.

El caso es que aunque consigo magistralmente disimular con el pelo que me están saliendo entradas (o que ya me han salido) yo conozco la verdad y sé que un viento inesperado sacará a la luz mi secreto. De hecho, el otro día fui a hacerme fotos de carné (momento siempre terrible) para renovar el DNI y, pese a que me coloqué monísima delante del espejo del fotógrafo, camuflando mi calvicie con esmero, cuando vi el resultado… cara de asco y una frente descomunal, con entradas por supuesto. Cinco euros para esto… si lo sé me la hago en un fotomatón, al menos me ahorro unos eurillos y no tengo que aguantar al fotógrafo diciéndome que he salido fantástica. Estuve a punto de preguntarle si estaba de coña, ¿cree que estoy ciega?

Tenía que haber sido previsora y haber tomado alguna medida cuando ví que mis hermanos se quedaban calvos antes de los 30, ya que estaba claro que no tenía una gran genética en temas capilares. Aunque este fin de semana, después de ver la boda de Guillermo y Catalina, me he dado cuenta de una cosa: si el príncipe Guillermo, con peluqueros privados y todos los medios a su alcance, se está quedando calvo, el resto de los plebeyos no tenemos nada que hacer. No hablemos ya de Alberto de Mónaco, al que no recuerdo con pelo. Así que nada de pastillas ni vitaminas, sólo nos queda la resignación, evitar los recogidos y coletas y retocar todas las fotos con photoshop.

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