viernes, 20 de mayo de 2011

Empresas deportivas

En algunas empresas, como en la mía, se promueve el deporte como método de unión entre los empleados. En mi caso, les ha dado por organizar una especie de mini olimpiadas con categorías de lo más variopintas (hay hasta campeonato de bolos) para que todo el mundo encuentre su hueco. Sobra decir que yo no me he apuntado a nada, no sólo no me apetece hacer deporte sino que me apetece menos aún hacerlo rodeada de compañeros de trabajo. No, gracias.

Ayer en la farmacia, me encontré con un compañero que estaba de baja y con el brazo en cabestrillo, consecuencia de estos encuentros deportivos. Ya lo decía yo, esto tiene que ser como mínimo peligroso. Y es que seguro que más de uno ve en estos partidos la oportunidad de que el compañero pelota pague por sus peloteos, de que el “amigo” del jefe muerda el polvo y de que el de la mesa de al lado, simplemente porque te cae mal, sufra la derrota en sus carnes.

Qué bonita la competición entre compañeros. Yo creo que, más que unir, crea nuevos conflictos. Yo soy extracompetitiva y no me gusta perder ni a las chapas, y precisamente por eso no participo. Me emociono tanto cuando gano y me enfado tanto cuando pierdo que el día post-partido sería muy duro y ninguno de mis compañeros volvería a hablar conmigo, y no están las cosas como para perder amistades…

En el trabajo de mi hermano tienen un equipo de fútbol en el que juegan con jefes y directivos. Pero ¿y si “accidentalmente” le das una dolorosa patada a tu jefe? ¿Lo tendría en cuenta en la revisión de tu sueldo? Otra opción es dejar ganar siempre al equipo del jefe, para que esté contento y animado, pero la competición perdería su gracia, la verdad.

Yo, por si acaso, prefiero no mezclar deporte con trabajo, que a final de mes tengo que pagar el alquiler y si me dejo llevar por mi instinto asesino soy capaz de romper un brazo o cuatro dientes.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario