jueves, 12 de mayo de 2011

Renovando el DNI

Hoy me ha tocado renovar el DNI y vengo fascinada por la cantidad de avances tecnológicos que ha habido en el ámbito carnetiano en los últimos años. Parece que fue ayer cuando salías con los dedos untados de tinta, intentando no pringarte la ropa y ahora, en un plis plas, un superescaner se te queda con tus huellas. Aunque hay que reconocer que lo de la tinta tenía su encanto, casi tanto como tener que firmar en un pequeño agujerito de cartón. Qué tiempos.

Iba yo un poco preocupada por la pinta que tengo en la foto que me hice para la ocasión, que son muchos años con el mismo carné… Pero con este nuevo formato apenas se me ve, más que una foto parece un espectro en blanco y negro que puedo ser yo o Sofía Loren, lo mismo da.

Otra cosa que me ha sorprendido es que no he esperado ni media cola, llegar y besar el santo y, encima, el funcionario que me ha atendido era más majo que las pesetas, nada parecido a la señora con bigote que me hizo el DNI la última vez. Quizá sea porque en esta ocasión he ido a una comisaría del extrarradio y estarán menos estresados, o que esto también ha cambiado. 

Mi amable funcionario me ha explicado con pelos y señales todos los pasos del proceso y las maravillas que puedo hacer con mi nuevo DNI electrónico: que si la declaración de la renta, trámites con la administración... vamos, que es la bomba, mañana mismo empiezo a usarlo para apuntarme a unas oposiciones o algo. ¿Y esto no podría servir también para votar? Que se acercan elecciones y tener que ir hasta el barrio de mi madre (donde aún estoy empadronada) me da una pereza soberana. Seguro que subiría la cuota de participación, ahí lo dejo.

Entre las cosas que me ha explicado, lo que más ilusión me ha hecho es que como aún no tengo 30, todavía tengo que renovarlo a los 5 años, lo que es una muestra evidente de que aún soy joven y lozana y de que a partir de los 30 la vejez empieza a hacer mella en nuestras fotos de carné.

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