lunes, 7 de febrero de 2011

Dependientas sin piedad


El otro día fui a comprarme una crema hidratante. Como no lo tenía muy claro pregunté a la dependienta para escuchar sus recomendaciones, pero no estaba preparada para lo que iba a encontrarme: me recomendó una crema antiarrugas. La miré con los ojos como platos esperando que al verme bien se diera cuenta de su error y pudiera rectificar. En fin, un error lo tiene cualquiera; problamente está acostumbrada a atender a mujeres maduras y se ha equivocado. Pero tras una leve mirada asesina por mi parte no reculó, es más, no contenta con eso me dedicó una sonrisa, como si se estuviera riendo de mis primeras patas de gallo. Y ahí me quedé, decidiendo si asumir la realidad y comprar mi primera antiarrugas o hacerme la ofendida y dar media vuelta. Como soy débil, agaché la cabeza y me la compré, aunque la dependienda no debía estar satisfecha aún porque no pudo contener un “ya hay que empezar a cuidarse…”.

Pero ¿esa sinceridad es realmente necesaria? Recuerdo que hace tiempo fui a comprarme unas medias y al no encontrar mi talla busqué en la seción de niñas (total, a los 14 años ya son más altas que yo…) cuando encontré el color que buscaba, la dependienta de la caja me dijo bien alto (por lo menos había 6 personas en la cola, con lo que la humillación fue completa) “perdona, pero esas son de niña”, a lo que yo muy digna contesté “bueno, soy bajita, yo creo que me valen”  y henchida de rencor, como enfadada con las bajitas del mundo la muy…me soltó un “ya, pero de ancho no”. Reconozco que no supe que decir, las dejé en su sitio y salí de allí lo antes posible dejando dentro mi orgullo. 

Creo que algunas dependientas deberían recibir clases de sensibilidad porque, sinceramente, yo hubiera preferido comprarmelas tranquilamente, creyéndome joven y delgada como una quinceañera, y llegar a mi casa tan contenta con mis medias de la talla 13-14 años. Sí, probablemente habría tenido que ir de nuevo a devolverlas pero hasta ese momento la felicidad habría sido completa. Es como cuando la peluquera me recuerda la cantidad de canas que me han salido en la parte de atrás del pelo. Si no las veo, no necesito saber qué están ahí, muchas gracias.

¿Será una especie de venganza? ¿Estarán las dependientas del mundo bajo un complot que pretende minar nuestras autoestimas para que compremos sin parar? Si es así propongo que nos levantemos en armas y nos unamos contra el enemigo. De momento, yo he creado la asociación de afectadas por los comentarios ofensivos de las dependienas, la A.C.O.D, ¿te afilias?

2 comentarios:

  1. Buah, pues que te atiendan tíos. Hace poco un dependiente de El Corte Inglés (empresa tradicional donde las haya) llamó a un compañero suyo para que me trajera un producto que yo había pedido y le dijo: "Pepe, ¿puedes atender tú a esta chica (ahí se paró, me miró por segunda vez, titubeó), uy, mujer?" Yo, tan contenta, porque en ningún momento dijo "señora", fue lo mejor de las compras navideñas.

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  2. jajajajja mi gran trauma fue descubrir hace 4 años el tratamiento de "usted" en las tiendas, porque claro... a mi casi 43 sigo comprando en Berska, H&M, Blanco.
    Jamás volveré al corte inglés, donde casi regañándome, me dijeron que estaba buscando ropa en la plata joven ¿perrrrrrrrrrrdonaaaaaaaaaa???

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