miércoles, 18 de mayo de 2011

Modales

A veces, algo tan simple como un por favor y un gracias pueden suponer la diferencia entre hacer algo de mala gana y hacerlo con gusto (bueno, tanto como con gusto quizá no). Es curioso como hay personas a las que les cuesta horrores ser amable y tienen el imperativo como verbo de cabecera, “haz, manda, coge, escribe, envía, llama”. Dan ganas de levantarse y gritar un “a sus órdenes!!” a ver si se dan cuenta de su tonillo dictatorial.

El sabio refranero español dice que se cazan más moscas con miel que con vinagre y no puedo estar más de acuerdo. Es como la gente que tiene por costumbre gritar para que les hagan más caso. Yo tengo un sistema antigritos; cuanto más alto me hablan, más bajo hablo yo. Normalmente produce un efecto tan desconcertante que o bajan la voz o me mandan a la mierda, las dos opciones igual de válidas.

Yo he decidido poner en mi vida un poco más de calma y relax, e intentar que no me afecten las malas formas y malos humos… Mi modelo a seguir es una cajera del Mercadona de mi barrio que llueva o truene te saluda con una sonrisa, te pregunta qué tal el día, te ayuda con las bolsas y te desea buena tarde. Esa señora es mi ídolo, no pierde la buena cara y, la verdad, es que parece feliz. Así d gusto ir a comprar.

A lo mejor esa es la clave de la felicidad; si todos fuéramos un poquito más amables e intentáramos hacer el día un poco más agradable a los demás, trabajaríamos más a gusto y llegaríamos a casa menos estresados y de mejor humor. Lo intentamos?

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