miércoles, 16 de marzo de 2011

Acné juvenil

Mi compañera, y sin embargo amiga, Susana (que últimamente me está dando mucho juego) se ha acercado hoy a mí para trasladarme una gran preocupación: le ha salido un grano en la frente. Sí, un grano, ni más ni menos, tan pequeño que me he tenido que acercar para verlo. Me ha preguntado si creía necesario que fuera al dermatólogo para que le recetara algo. Yo, políticamente correcta, le he dicho que quizá era un poco exagerado, por no decirle abiertamente que el médico se iba a reír en su cara (y en su mini–grano).

A nuestras edades es curioso cómo aún nos afectan estas cosas y somos capaces de evitar el contacto humano con tal de que nadie vea que nos ha salido un granito o que nos hemos pasado depilándonos las cejas (eso me paso a mí hace poco y lleve una ceja coja durante semanas, sorprendentemente nadie se dio cuenta, o al menos, nadie me lo comentó).

Ahora estoy medio-obsesionada con un diente que tengo torcido y a pesar de que todos me dicen que apenas se nota (estoy segura de que lo hacen para que no me lo arregle y no les supere en belleza y perfección...) he ido un par de veces al dentista buscando soluciones, pero unos brackets a mi edad… no sé si lo veo. Tenía que habérmelos puesto en el instituto, es una pena que mi enamoramiento juvenil por aquel chico de 2ºB me impidiera centrarme en estas cosas y mucho menos afearme (que por entonces ya era bastante fea) con hierros en los dientes.

¿Por qué nos seguirán importando estas cosas como cuando teníamos 15 años? Se supone que ahora somos mujeres seguras de nosotras mismas y sin complejos (mentira) que no nos achantamos por un granito o un diente mal puesto. ¿Será que seguimos siendo tan inseguras como en la adolescencia? Si es así, estamos apañadas.

Aunque a veces estas inseguridades están justificadas; hace poco una amiga (no desvelaré su nombre para no someterla al escarnio público) tuvo la mala suerte de quemarse durante una depilación de labio (el bigote, vaya), la pobre casualmente había quedado esa noche y me llamó diciendo que no pensaba ir. Intenté convencerla de que no sería para tanto, que cómo no iba a ir, un poquito de maquillaje y listo… pero cuando la ví, tuve que reconocer que aquello no estaba para que lo viera nadie, por una vez, no había exagerado (para los que estén preocupados os aseguro que su bigote se recuperó totalmente de aquello tras unos días de tratamiento).

En fin, mientras intento convencer a Susana de que su brote de acné no es preocupante, yo por si acaso me he comprado un buen exfoliante y esta noche no pasa sin hacerme una limpieza profunda (de cara), que mas vale prevenir…

No hay comentarios:

Publicar un comentario