lunes, 14 de marzo de 2011

Vida de lujo

Domingo por la tarde, tumbada en el sofá de mi casa y más aburrida que una mona. Pongo la tele con la intención de entretenerme con un poco de zapping. De repente, me sorprendo viendo las impresionantes casas de una panda de desconocidos que han decidido enseñar dónde y cómo viven a toda España. No comprendo muy bien el éxito de estos programas; entiendo que mi ilimitado cotilleo me lleve a no despegarme del televisor para ver de qué color son las paredes de la cocina de esos señores o lo grande que es su jardín pero, ¿y a ellos? ¿Qué pretende una familia de situación más que acomodada enseñándonos su casa? ¿Querrán dejar constancia de su superioridad también por la tele? ¿Será que les gusta el riesgo y están tentando a los ladrones mostrando todo lo que se están perdiendo?

Pero éste no es el único programa que se centra en el lujo de unos pocos, todavía recuerdo ese otro que mostraba las vidas de unas cuantas "amas de casa" cuyo principal problema era escoger entre un vestido de Gucci y otro de Chanel. ¿Por qué nos gustará ver estos programas? ¿Somos masoquistas? Yo creo que en el fondo los vemos para buscar los fallos de sus perfectas vidas, burlarnos de ellos y poder decir ingenuamente eso de "lo ves, si el dinero no da la felicidad".

El otro día estuve comentando con unas compañeras los reportajes de la revista Hola (que llegó a mis manos por casualidad...). Estaba pasándomelo en grande despachándome a gusto y no dejando títere con cabeza: "que si ésta se ha operado, mira la otra que pintas, pues vaya casa que tienen", etc., lo normal en estos casos. No tardaron en decirme que no estaba bien criticar así a la gente, que no podían caerme tan mal. Obviamente no me caen ni bien ni mal, no tengo el gusto de conocerles, pero ¿para qué están entonces estas revistas?

¿Pretenden que lea un artículo donde una pareja de la alta sociedad enseña su salón de 200 metros decorado íntegramente en dorado y no les llame horteras? Lo siento pero por ahí no paso. Si no puedo criticar a mis anchas a la gente que sale en el Hola, sinceramente no sé dónde vamos a llegar. Las revistas y programas que nos dan con el lujo en las narices no pueden tener otro objetivo que ofrecernos la oportunidad de despacharnos a gusto y volver a nuestras comunes vidas con la sensación de que el bocadillo de mortadela que me acabo de comer no tiene nada que envidiar al caviar iraní que desayuna esa gente. No disfrutaremos de una vida de lujo pero por lo menos permitid que nos demos "el lujo" de criticarles tranquilamente. Tendremos que hacer caso al último eslogan de Ikea y pensar que "no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita"...en fin, yo sinceramente tengo mis dudas.    

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