El fin de semana suele ser momento de limpieza general. En mi caso, más que general, la limpieza se limita a recoger todos los trastos acumulados durante la semana por toda la casa y despedirme de las pelusas que me han acompañado en los últimos días y a las que empezaba a coger cariño.
Desde luego, las prioridades de cada uno son claves, y es que Gemma es capaz de lavar toda su ropa a mano para que no se estropee ni un poquito pero, sin embargo, en lugar de lavar las cortinas del salón, las tira y compra otras. Tengo que reconocer que me parece una buena solución, práctica y efectiva, sí señor. Cuando el estupor de Natalia con nuestros comentarios sobre la no-limpieza alcanzaba su máxima expresión, pasamos al tema de la plancha. Yo hace tiempo que he optado por no planchar y ponerme sólo aquello que no se arruga, lo que ha limitado un poco mi vestuario. El truco es evitar las camisas y los vestidos emperifollados y desarrollar una cuidada técnica para tender estirando bien cada prenda. Sobre tender la ropa, nos contó Natalia que tenía unos amigos aún más maniáticos con el orden, y es que esta pareja tiende los calcetines por parejas y colores ¡los tienden ordenados! y los míos no están ordenados ni en el cajón... no sería la primera vez que me pongo un calcetín de cada color porque no encuentro la pareja (sólo cuando no se ven, que una tiene una reputación).
Entre la limpieza, la plancha y la cocina (donde los platos precocinados, los cereales y los sándwich de jamón y queso centran nuestras especialidades) quedó claro que el premio al ama de casa del año no sería para nosotras, aunque no creo que a ninguna le importe demasiado. Lo que está claro es que a pocos meses de cumplir los 30 la vida de “los mayores” todavía no es para nosotras. Ahora me pregunto cómo mi madre, a mi edad, era capaz de hacer todo eso y lidiar con tres salvajes sin quejarse (bueno, a veces si se quejaba), qué poco valoramos el trabajo de nuestras madres. Mamá, este domingo voy a comer seguro!
Yo creo que lo mejor es optar por empezar a poner de moda las arrugas y llevarlas con orgullo.
ResponderEliminarDesde una de las capitales de la moda os digo que mi compañera no me creia cuando la dije, después de que ella me dijera que había estado toda la tarde del Domigo planchando, que yo planchaba solamente las camisas ( y sin esforzarme demasiado). Vamos que no se había percatado de mis arrugas.
Así que co