El caso es que, casualmente, hace poco un amigo inglés que lleva poco tiempo en España me preguntó si aquí estaba mal visto que la gente se besara en la calle. Hombre, pues depende, le dije yo. Y es que hay besos y besos; aun tengo grabada en mi mente la imagen de una pareja de cincuentones (que me perdonen todos los cincuentones) besándose en la calle como quinceañeros, venga para un lado y venga para el otro…
Tenía 16 años y semejante escena me traumó para siempre.
Creo que la norma debía ser la siguiente: si eres padre y tus hijos tienen edad suficiente para avergonzarse de ti, prohibido besarse en la calle (salvo besitos castos e inocentes). Imagínate que das la vuelta a una esquina y encuentras a tus padres en pleno magreo, a mí me tienen que sacar de allí en ambulancia.
De joven (más joven) no piensas en si te estás excediendo en tus demostraciones públicas de cariño, te parece lo más normal y te da lo mismo que te vean las vecinas (o tu madre) “dándote el lote” (esto seguro que ya no se dice) en el portal. Sin embargo, a medida que cumplimos años empezamos a ser algo más recatados en esto del besar, sin llegar por supuesto al extremo de nuestra amiga Shakira, que nosotras todavía tenemos sangre en las venas.
En algunos locales nocturnos también puede verse a parejas no tan jóvenes dando rienda suelta a su pasión besaril, supongo que la mayoría de ellos se acaban de conocer (y probablemente tras esa noche no volverán a verse…) porque si no, no entiendo tanta efusividad, ¿sois conscientes de que os estamos viendo? ¿Y de que no tenéis edad para estas cosas? Supongo que les da lo mismo, y en el fondo me parece bien, un poquito de alegría no le hace mal a nadie, bueno, a los que estamos delante mirando, quizá un poco.
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