viernes, 4 de marzo de 2011

Carnaval, carnaval

Una año más llega carnaval y mis amigas y compañeras empiezan a pedirme artilugios varios para disfrazarse. No es que tenga cara de grandes almacenes, es que mi pasado como actriz teatral (tres o cuatro obras en el instituto) me han dejado un par de bolsas llenas de cachivaches que, aunque son inservibles el resto del año, en carnaval adquieren un incalculable valor.

Mi amiga Mª José es una de las más interesadas en conseguir un buen disfraz carnavalesco. Soltera y superando los 40 (Sí, Mª José, sabemos que aparentas 34…) todos los años echa el resto en esta fiesta. Supongo que es el único día del año en el que puedes salir de casa con todo bien apretado y pintada como una puerta sin que la gente te mire raro. La clave de sus disfraces es dejar fuera más de lo que se queda dentro. Es decir, lucir al máximo sus encantos.

Otra de mis compañeras, siguiendo la misma filosofía del disfraz, siempre me dice que a partir de los 30 tienes que olvidarte de esos disfraces “graciosos” pero que te hacen más fea, desde luego no estamos para perder puntos. Con estas premisas, todos los años los bares españoles se llenan de colegialas, vampiras, enfermeras, diablesas y similares, todas con disfraces escasos de tela y dispuestas a darlo todo.

¿Es carnaval la oportunidad perfecta para desinhibirnos? ¿Será que todas tenemos una catwoman dentro que desea ponerse un mono de cuero? ¿Es el momento idóneo para perder nuestra dignidad sin que se note demasiado?

Creo que este año me uniré al grupo que opta por el guarridisfraz (llamaré así a ese disfraz que parece sacado de un sex-shop del extrarradio), nunca se sabe cuando empezarán a descolgarse ciertas zonas y hay que aprovechar estos últimos años de tersura y lozanía. Sin embargo, hay otro grupo de personas que deciden, no sé por que motivo, demostrarle al mundo que no son uno, sino dos, y darnos a los demás en las narices con su felicidad de pareja. Estos raros especímenes toman la decisión de disfrazarse en pack: Cleopatra y Marco Antonio, Peter Pan y Campanilla, Tristán e Isolda (para los más repelentes), etc.

Es muy bonito llegar a una fiesta de carnaval y ver que todas tus amigas vienen acompañadas de sus novios vestidos de parejas de época y tú vas de enfermera guarrona. En ese momento piensas en que ya no tienes edad para estas cosas, que tendrías que sentar la cabeza… o, más sencillo, tienes que cambiar de amistades.

1 comentario:

  1. Con unas orejillas puntiagudas algunas ya van vestidas de "loba a la caza". Más barato imposible. Claro que si la esencia del carnaval es ser por unos días lo que no eres pues quizás tendrían que invertir un poco más y convertirse en Caperucitas Rojas, Blancanieves...
    Los lobos varones sin embargo los veo más como el Cardenal Richelieu, una sotana morada, enseñan un poco los dientes y... uy qué miedo

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